Construido en el siglo XVIII por el Fondazione Manoel, bajo el gobierno de la orden de San Juan, que preveía que los molinos de viento serían dados en arriendo, animando y sosteniendo así la industria local. El molinero era un artesano experto; muy a menudo, entrenado en una amplia gama de habilidades.
Así, aparte de mantener en funcionamiento el molino de viento, realizaba muchos otros trabajos secundarios. Cuando las condiciones del viento favorecían la puesta en funcionamiento del molino, el molinero sonaba una caparazón ded caracol, conocido como Bronja, que le indicaba a los habitantes su intención para que estos trajeran su trigo para ser procesado en harina.
Este molino de viento ha cambiado varias veces de manos, hasta que a principios del siglo XX llega a la posesión de la familia Grech, cuyo último miembro era Nikola o Kola, de donde toma su nombre el molino. Dentro del molino se pueden observar las herramientas creadas por la familia para el mantenimiento, así como ver en funcionamiento uno de los pocos ejemplares sobrevivientes de la herencia industrial del siglo XVIII en las islas maltesas.
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